Por: Nelly Mendiola Morales
Han pasado cinco meses desde que el implacable Otis, —huracán categoría 5— golpeó con toda su furia los municipios de Acapulco y Coyuca de Benítez, en el Estado de Guerrero, comunidades en las que Niños en Alegría tiene presencia hace más de 20 años.
La devastación fue tan grande que creímos que no nos repondremos pronto. Sin embargo, gracias al apoyo de instituciones gubernamentales, así como asociaciones aliadas y el ímpetu de los miembros de la comunidad se está logrando recuperar paulatinamente los espacios educativos, y así poder albergar nuevamente a los niños y niñas en las escuelas. A pesar de la adversidad, la resiliencia demostrada por los guerrerenses ha sido invaluable, un gran ejemplo inspirador de cómo el espíritu humano puede sobreponerse a las peores condiciones naturales.
En Acapulco, hay cerca de 200 mil niñas, niños y jóvenes en edad de ir a la escuela (Rojas Ayala, 2023); no estar en ella, tiene efectos negativos sobre el bienestar, el aprendizaje y las oportunidades de futuro. Esta es una realidad que debe mirarse de frente y darle la relevancia que se merece para tomar acciones en pro de la educación. Por tal motivo, retomar nuestros programas como Acompañamiento Estudiantil y Formación Docente en las escuelas era totalmente necesario, pues los niños requerían canalizar y expresar sus emociones respecto a la crisis, recibiendo estímulos socio afectivos a través de los campamentos; y los docentes, tuvieron espacios como oportunidad para continuar fortaleciendo sus habilidades de enseñanza a través del diseño de proyectos transversales con enfoque comunitario, teniendo como principal referente el reciente desastre natural.
Durante los meses de enero y febrero, las escuelas ya parcialmente rehabilitadas y limpias, abrieron las puertas para recibir a los niños, NEA contribuyó en este gran paso colaborando con las labores sanitarias y con la entrega de mochilas llenas de útiles escolares para los niños que perdieron todo, de la mano de generosos aliados y con el invaluable apoyo de voluntarios que donaron su tiempo y esfuerzo, cuyo resultado fue ver las caritas de felicidad y alegría de nuestros niños, al recibir con mucho entusiasmo los materiales necesarios para seguir aprendiendo.
El trabajo arduo de toda la comunidad ha permitido que las escuelas vayan recuperando su infraestructura, para así poder continuar impartiendo educación de calidad. Con el paso de los días, las escuelas pasaron de jornadas parciales y escalonadas, a regularizar jornadas completas con niños sanos, resilientes, en espacios limpios, seguros, con las mejores condiciones para el desarrollo del conocimiento, seguimos trabajando para poder llegar a más escuelas y que puedan restablecerse la normalidad con la consciencia de estar mejor preparados ante futuros eventos de la misma índole.
Rojas Ayala, G. (2023, Noviembre). EL FINANCIERO.