El inicio del ciclo escolar 2025–2026 marcó un momento muy especial para las escuelas participantes del programa de Círculos de Paz de Fundación Niños en Alegría. A diferencia del ciclo anterior, donde algunos alumnos ya habían vivido experiencias previas en línea, este año las escuelas eran completamente nuevas y los estudiantes se sentaban por primera vez en un círculo de diálogo y aprendizaje socioemocional.

La sesión 1 titulada “Bienvenida y ¿Quiénes somos?” se convirtió en una experiencia inolvidable, desde el primer momento, los niños mostraron curiosidad y emoción al enterarse de que en este espacio, ellos mismos serían quienes establecerían los lineamientos y valores del círculo. Al principio, muchos no podían creer que en este espacio no serían solo los docentes quienes decidieran las reglas, y que tendrían el poder de expresarse usando la pieza del habla, sin ser interrumpidos, la sorpresa y el asombro en sus caras fueron el primer indicio de que algo mágico estaba por ocurrir.

Durante la sesión, los estudiantes participaron en dinámicas que combinaban aprendizaje socioemocional y actividades significativas, como la entrega de útiles escolares a compañeros con quienes normalmente no interactúan, para algunos fue difícil mirar a los ojos al entregar y recibir los paquetes, pero esos pequeños gestos de gratitud se convirtieron en momentos de conexión profunda.

Hubo también momentos muy emotivos, una alumna expresó su tristeza por la pérdida de su padre, y los compañeros respondieron con empatía y apoyo, ofreciéndole un abrazo colectivo. Este acto reflejó la capacidad de los niños para cuidar y respetar las emociones de los demás, incluso siendo su primera experiencia en un círculo.

Algo que me marcó profundamente fue recordar las palabras de Kay Pranis, compartidas en mi primera capacitación: “El círculo se sostiene solo.” Verlo suceder por primera vez con niños que nunca habían experimentado un círculo me confirmó el poder que tiene esta metodología. Cuando los lineamientos se construyen en consenso, el ambiente cambia, las personas cambian, y los niños descubren que pueden expresarse libremente, ser escuchados y cuidar de los demás sin miedo al juicio.

El respeto, la participación y la alegría se vivieron en cada momento, muchos alumnos compartieron sentirse felices, agradecidos y emocionados por la experiencia, mientras que los docentes observaban sorprendidos cómo sus estudiantes, acostumbrados a interrumpir o no respetar reglas, podían ahora esperar su turno, escuchar, compartir y practicar la empatía.

En un contexto como el de Acapulco, donde muchos niños viven situaciones difíciles o han experimentado violencia, contar con un espacio seguro en la escuela donde puedan expresar emociones, ser escuchados y aprender a cuidarse entre sí se vuelve un acto liberador. Esta primera sesión nos recordó que todos necesitamos espacios donde podamos ser libres, donde nuestras emociones sean reconocidas y respetadas, y que incluso los más pequeños son capaces de asumir responsabilidades, expresar sentimientos y construir relaciones basadas en el respeto y el amor.

El primer encuentro del ciclo no solo abrió las puertas de los Círculos de Paz a estos alumnos, sino que también inspiró a docentes y facilitadores a continuar promoviendo este tipo de espacios en sus aulas, con la certeza de que la metodología funciona y puede transformar vidas, sanar heridas y celebrar la vida en comunidad.

Juntos Logramos Más.

Por: Nohemí López Zárate