Por: Nohemí López.

En las etapas tempranas de la adolescencia los niños y las niñas especialmente aquellos provenientes de contextos vulnerables, enfrentan numerosos desafíos emocionales y sociales únicos en su crecimiento, donde la violencia y la agresividad son parte de su día a día, sin embargo, este tipo de trabajo es igualmente crucial para aquellos que, aunque no viven en ambientes de violencia explícita, experimentan intensos cambios emocionales derivados de la adolescencia, como la alteración hormonal y el impacto de las presiones sociales, en este contexto, proporcionar espacios donde los niños puedan explorar alternativas saludables para resolver conflictos y desarrollar competencias socioemocionales es esencial. Este artículo comparte una experiencia con estudiantes de quinto y sexto grado, quienes participaron en un taller basado en la metodología del Círculo de Paz, centrado en la resolución pacífica de conflictos y la colaboración comunitaria.

El propósito central de este taller fue dotar a los estudiantes de herramientas para manejar conflictos de manera constructiva, rompiendo así el ciclo de respuestas impulsivas o violentas ante las dificultades. El Círculo de Paz, como metodología central, ofrece un espacio seguro y equitativo para que cada estudiante pueda ser escuchado y reflexionar sobre sus comportamientos y emociones, este proceso no solo les permitió abordar problemas concretos de convivencia, sino que también los invitó a desarrollar habilidades para una convivencia más empática y respetuosa, fundamentales en cualquier contexto social.

Durante una de las sesiones, los estudiantes reflexionaron sobre la resolución de conflictos a través de una dinámica centrada en los «Superhéroes y Villanos», un alumno, inicialmente sin respuesta, se vio invitado a pensar en su madre como su heroína, lo que provocó una reflexión profunda sobre el valor de las figuras maternas, este ejercicio no solo propició un espacio de expresión emocional, sino que también impulsó un ejercicio de empatía entre los compañeros, quienes compartieron sus propias experiencias personales, reconociendo las cualidades que valoran en los demás.

A lo largo de la sesión, los estudiantes identificaron características como la colaboración y el trabajo en equipo, lo que les permitió internalizar conceptos abstractos sobre la resolución pacífica de conflictos, la escucha activa y el respeto mutuo fueron elementos clave en el desarrollo de la dinámica, y se notó una notable mejora en su capacidad para reconocer sus propios errores sin temor al juicio de sus compañeros.

A pesar de los avances, algunos estudiantes mostraron dificultades al competir o cuando se veían inmersos en situaciones más intensas, como en el caso de un ejercicio de resolución de conflictos en el que algunos perdieron el enfoque y reaccionaron de forma impulsiva. Uno de los momentos más reveladores fue cuando un alumno reconoció el uso de la violencia física («puño limpio») como una estrategia para resolver conflictos, esta reflexión fue clave para que, a través del diálogo, el alumno cuestionara su enfoque y comprendiera el impacto negativo de sus acciones, este tipo de momentos de autoconocimiento son fundamentales para ayudar a los estudiantes a desarrollar mejores formas de interacción.

Como conclusión, esta sesión refleja el impacto positivo de trabajar en el desarrollo socioemocional de los estudiantes, un componente clave para que los jóvenes puedan enfrentar los desafíos que presenta la vida, la apertura con la que los estudiantes compartieron sus pensamientos y sentimientos, junto con su disposición a reconocer sus errores y trabajar de manera conjunta, demuestra el poder transformador de la metodología del Círculo de Paz.

Es importante resaltar que estos talleres no solo buscan enseñar a los estudiantes cómo resolver conflictos de manera pacífica, sino también fortalecer sus habilidades socioemocionales para hacer frente a cualquier adversidad, en un momento histórico donde la juventud enfrenta presiones externas, la falta de empatía y, en algunos casos, una vulnerabilidad emocional exacerbada, es esencial brindarles las herramientas necesarias para manejar sus emociones y desarrollar la resiliencia.

La implementación de estas metodologías, como los Círculos de Paz, es una invitación abierta a todos los educadores y profesionales en el ámbito educativo para que, independientemente de las circunstancias socioeconómicas de los estudiantes, se promueva la construcción de un entorno escolar más inclusivo, empático y resiliente. El desarrollo de habilidades socioemocionales no solo mejora la convivencia escolar, sino que forma individuos capaces de enfrentar las dificultades de la vida de manera reflexiva y pacífica.