En la Escuela Primaria Guadalupe Victoria, sucedió algo que nos recuerda el verdadero poder de la educación: unir a la comunidad para transformar vidas desde las aulas, los hogares… y hasta la cocina.

Como parte del Programa Acelerador Escolar de Niños en Alegría, esta escuela realizó una inspiradora muestra gastronómica titulada “Alimentación sana para aprender mejor”, un proyecto transversal que combinó ciencia, arte, salud y vida comunitaria. Lejos de ser solo una exposición, fue el resultado de semanas de trabajo colectivo, reflexión y compromiso genuino por parte de docentes, estudiantes y familias.

Todo comenzó con una necesidad detectada en los más pequeños: muchos alumnos de primero y segundo grado presentaban dificultades en lectura y escritura. Al analizar más a fondo, los docentes encontraron un detonante común: la mala alimentación. Frente a esta realidad, no se limitaron a señalar el problema, sino que lo transformaron en una oportunidad de aprendizaje significativo, desde un enfoque interdisciplinario, humano y profundamente contextual.

El resultado fue una jornada memorable. Durante más de una hora y media, las y los estudiantes se convirtieron en promotores de salud y bienestar. Presentaron menús saludables elaborados con ingredientes accesibles, explicaron el “Plato del Bien Comer”, compartieron folletos informativos diseñados por ellos y pintaron murales llenos de color y mensajes positivos. Una galería de arte escolar engalanó el evento con dibujos y collages inspirados en los alimentos que nutren cuerpo y mente, como parte de las actividades del campo formativo artístico.

Pero lo más emocionante fue la activación física comunitaria, una dinámica divertida y llena de energía donde no solo participaron los alumnos, sino también madres, padres y docentes, quienes con entusiasmo bailaron, rieron y se movieron al ritmo de la música. Esa mañana, la escuela se llenó de vida, mostrando que el aprendizaje también se construye a través del juego, el movimiento y la convivencia amorosa.

Cada detalle de esta experiencia reflejó un cambio de mentalidad: los niños ya no solo escuchan sobre lo que es sano, ¡ahora lo viven, lo explican y lo comparten con orgullo! Las familias, por su parte, se involucraron con alegría, sabiendo que pequeños cambios en casa pueden representar enormes avances en el desarrollo de sus hijas e hijos.

Este proyecto fue más que un evento escolar. Fue una experiencia transformadora que fortaleció el aprendizaje académico, las habilidades socioemocionales y la cohesión social, cumpliendo con todos los principios de la Nueva Escuela Mexicana y con el enfoque comunitario, transversal e inclusivo que promovemos desde Niños en Alegría.

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